LA MÚSICA ES SUPERIOR A LAS NOTAS
Es menester que el músico venza dos
principales ilusiones de este mundo: el espacio y el tiempo.
La notografía imprime e inculca tácitamente esta
ilusión espacio-temporal. Como si fuera la música manifestación de un espacio
determinado en el tiempo. Cada nota tiene su lugar reservado en el pentagrama,
así que la sucesión de las notas en el tiempo aparentemente es música.
Nada de eso ¡LA MÚSICA ES SUPERIOR A LAS NOTAS!¡Las notas se han de vencer! No hay que ligarse a ellas ni considerar
que tecleándolas ya has tocado música. Las notas son más que símbolos y hay que
conocerlas no simbólicamente sino vivas.
Cuando tocamos fijándonos en las notas nos
hallamos en el cosmos inferior, que es todo menos un mundo musical, es solo el
sonido frío racionalista de las esferas zodiacales, que son fatales y
destructivas para el ser humano.
La música empieza cuando superamos el orden
espacio-temporal -la indicación notográfica- y empezamos a leer de lo alto,
desde la esfera (la llamamos espiritualmente pakibitié, el divino estar)
en la que no hay tiempo, donde el tiempo está superado.
¡Una paradoja! Debemos extraer sonidos en una
sucesión determinada, pero hacerlo como si todos hubieran sido extraídos sonando
juntos desde el divino estar, en su concepto divino. Es entonces cuando la
música que se desenvuelve en la Tierra se acerca al sonido celestial.
c
Con intención de esclavizar definitivamente al
intérprete, le dicen: primero debes seguir literalmente lo que está escrito en
la partitura. Segundo, debes tocar al estilo que se te está
inculcando. Existen un estilo y una manera establecidos, así que ten la bondad
de no salirte de los marcos de este estilo. Un paso a la izquierda, uno a la
derecha ¡ya será un motín!
¡Una trampa más!
Los intérpretes, por hallarse en esta esclavitud
doble, no pueden liberarse de ella, por eso entran en crisis ¡Incluso en las cadenzas no
pueden mostrar libertad y divinidad! Hay un patrón en vigor: debes tocar al
estilo concedido a cada compositor por un cierto sanedrín musical.
La interpretación tropieza con unos marcos que no
permiten expresar la plenitud del contenido y poner en marcha el concepto. Los
aspectos de la obra están programados de antemano, encarrilados. Y
ya no hay manera de desviarse. No queda ni un grado de libertad.
c
Mirándolo bien, no es posible apuntar la música de
forma verdadera. Cualquier sistema de transcripción es siempre indicativo y
aproximado. ¿Por qué? Por ser formalizado.
Los signos de la carretera indican determinada
velocidad, forma de circular, dirección. Puedes conducir así o de otro modo.
Pero el conductor siempre pasará de modo diferente por la misma carretera con
las mismas señales de tráfico. Cuando haya niebla, será de un modo, cuando haya
hielo, de otro, cuando haya nieve, uno distinto.
Del mismo modo, las notas son señales, la vida es
una carretera y nosotros transitamos por ella. Aun con todo nuestro deseo, no
conseguiremos siempre hacerlo del mismo modo.
(extracto del libro 'EL CRESCENDO DEL BIEN')
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