BACH, LAS PUERTAS RÍTMICAS
Cada sonido en Bach tiene que ser tocado como el último, el único, el que trae en sí toda la plenitud de la obra.
¡Extraerlo de manera holográfica!
En el momento de pasar de una tonalidad a otra, Bach tiene sus 'puertas rítmicas'. Si tocas rítmicamente, no consigues
entrar por la puerta, sino que te das contra la pared: surgen batimientos
sonoros desagradables para el oído.
Cuando los músicos tocan de manera precisa, según el metrónomo,
cuidando el ritmo…, ¡no es posible escuchar a Bach!
Al pasar de una tonalidad a otra, hay que tocar de modo a-rítmico: dilatar el sonido, esperar unas fracciones de
segundo hasta que se abra 'la puertecilla rítmica': cuando no haya más
batimientos y sea posible entonces entrar en otra tonalidad. Así aparecerá una
armonía especial, una música especial.
La construcción de la frase de Bach exige el ritmo-arritmia y la músico-lógica (hablar a través de la música). Una frase se separa de otra por lapsos rítmicos desiguales. No se puede acelerar a Bach, 'hacerlo correr' rápido.
La escuela
musical oficial difundida es la de: tocar más rápido y más preciso. Los músicos
se atan al urtext programado, afanosamente 'caligrafían' a
Bach... pero la música desaparece.
Hace
falta hablar. ¡Por ejemplo, el último sonido grave en una frase musical tiene que
ser sacado de manera que la segunda mitad de la obra pueda sonar luego a su
base!
La interpretación de Juan Amadeo abre la plenitud de los
sentidos sublimes.
La música se convierte en el habla.
La música se convierte en el habla.
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